Vestigios de un pasado remoto, los glaciares nos hablan de otra escala de tiempo, ajena a la escala humana. Reminiscencias de lo que fueron antaño, los glaciares que tanto nos hipnotizan con su celeste destellante, con sus rugosidades o dimensiones que a ratos parecen inabarcables, son sobrevivientes de otra era.
En el Pleistoceno, entre 2.5 millones a 10 mil años atrás, el mundo era muy diferente en relación a lo que observamos hoy en día. La mayoría de las zonas a gran altitud y aquellas cercanas a los polos estaban cubiertas parcial o totalmente por glaciares durante el periodo que llamamos de los ciclos glaciales. Los campos de hielo patagónicos son el ejemplo vivo más palpable de aquellos tiempos.
Durante el periodo de los ciclos glaciales, las áreas habitables para las especies se vieron reducidas drásticamente, afectando la conectividad entre poblaciones, la diversidad genética y finalmente la existencia misma de las especies. Muchas de las especies que existen en la actualidad sobrevivieron en lo que llamamos refugios glaciares, áreas donde las condiciones eran favorables para albergar y asegurar la supervivencia de las especies pese a las bajas temperaturas y la presencia de glaciares.
Tras el Pleistoceno, comenzó el periodo geológico actual, llamado Holoceno, caracterizado por un aumento de la temperatura global y el retiro de los glaciares. Este fenómeno dejó grandes áreas libres de hielo, puliendo y tallando lentamente el paisaje que observamos en la actualidad. Así fue como diversas especies pudieron colonizar zonas nuevas y expandir sus rangos de distribución hasta aquellos sitios donde las podemos encontrar hoy.
Todos estos procesos que han ocurrido durante los últimos miles de años han dejado su huella a nivel genético (en el ADN de las especies). Casi como si fuera un caso forense, esas huellas genéticas, en conjunto con la información geológica, nos permiten comprender cómo aquellos procesos afectaron a las especies, qué lugares podrían haber habitado las especies durante el pasado y en qué periodo de tiempo habitaron un sitio determinado.
Con esto en mente realizamos un trabajo en conjunto entre investigadores de la Universidad de Dalhousie en Canadá y la Universidad de Concepción en Chile, para poder entender qué pasó con el puye grande (Galaxias platei) en la cuenca del río Puelo durante el pasado. El puye grande es una especie de pez que sólo habita en la Patagonia, y que es relativamente desconocido para la mayoría de la población. Sin embargo, tiene una amplia distribución y una interesante historia.
Gracias a nuestro estudio determinamos que las poblaciones de puye grande de la cuenca del río Puelo estuvieron más conectadas durante el pasado que en la actualidad, y que fueron fuertemente afectadas durante las glaciaciones. Enfrentaron complejas e inhóspitas condiciones ambientales durante el Pleistoceno, logrando sobrevivir con una diversidad genética muy baja.
La diversidad genética es un indicador muy importante sobre el estado de las especies: permite determinar el esfuerzo que debemos poner en su conservación. Una especie con poblaciones con una alta diversidad genética nos indica que los procesos naturales que afectan a las especies no presentarán una gran amenaza. En cambio, una baja diversidad genética implica que las poblaciones son altamente sensibles a los procesos naturales, así como a modificaciones en su entorno. Bajo este escenario, la baja diversidad genética del puye grande nos indica que es altamente sensible a los cambios en los lagos y ríos donde habita.
¿Qué pasaría si se construyen centrales hidroeléctricas en el hábitat del puye grande en la cuenca del río Puelo? Varios estudios científicos han demostrado los efectos negativos de las represas en diferentes especies de peces en términos de la reducción de la conectividad entre sus poblaciones, pero sus implicancias a nivel genético están poco documentadas.
Utilizando una serie de métodos genéticos y simulaciones realizadas en supercomputadores para desarrollar un instrumento científico capaz de abordar los efectos de la construcción de represas sobre especies nativas, concluimos que en este caso se alteraría la conectividad entre las poblaciones de puye grande, llevando a la extinción de entre 50 y 75 de ellas en los siguientes 40 a 75 años. Y es que junto con afectar la conectividad entre las poblaciones de puye grande del área de estudio, la construcción de represas provocará grandes cambios en las condiciones del ambiente, entre ellos la inundación de las orillas de los lagos y un aumento en la temperatura del agua.
Si bien existen medidas de mitigación que podrían ser efectivas en caso de mantener el movimiento de los peces a través de pasos de peces o translocación de individuos con el objetivo de que se reproduzcan con ejemplares de otras poblaciones, lo cierto es que muy poco se ha hecho en Chile en este sentido. Se requieren de grandes esfuerzos para resguardar la diversidad de las especies nativas en nuestros ríos y lagos, con medidas responsables de desarrollo sustentable. Es parte del camino que nuestro país todavía deber recorrer.
El autor, Iván Vera-Escalona, es un biólogo chileno actualmente haciendo un doctorado en biología en Dalhousie University, Canadá.
Por Iván Vera Escalona vía Patagon Journal.